Las locuras de un dragón disparatado y un gato de verde pelaje.

martes, 22 de marzo de 2016

BLAKE (II)

HUIDA

Sí, no era la primera vez que me tocaba huir de las patrullas esquivando aquellas estúpidas lápidas. Quizá tendría que haberme buscado un trabajo más tranquilo, pero bueno, era un inconsciente… olvidadlo, sigo siéndolo y jamás dejaré de serlo, porque me encanta. A día de hoy, de hecho, no sé si temblaba por el temor a ser capturado o por la excitación que me recorría, dándome el chute natural que tanto necesitaba para salir adelante en aquella tierra inmunda.

Cuando miré hacia atrás comprobé que, efectivamente, me seguían. Había huido demasiado tarde, las naves patrulla me habían visto, y ahora tocaría esquivarlas. Habían descendido, volando a menos de un metro de distancia del suelo. De cada una de ellas saltaron dos guardias del régimen, cuatro en total, armados con subfusiles de asalto. Aunque sentía que estaba próximo el ataque cardíaco que me dejaría tieso, aceleré. Lo último que me apetecía eran las convulsiones de una bala cargada con anafilotoxina.
Así que seguí corriendo, pisando sin miramientos la tierra donde los muertos se descomponían, irónicamente vivo.

Y entonces aquel maldito cacharro empezó a vibrar en mi puño. Miré la palma de mi mano, confuso al ver que la luz azulada se había vuelto más intensa, iluminando mi mano de forma mortecina. Un guardia me había disparado, y lo esquivé por los pelos, aunque una lápida de mármol oscuro no tuvo tanta suerte como yo. No me gustó la posibilidad de que aquel artefacto se me cayese, así que volví a apretarlo en mi puño, jadeando ante el esfuerzo físico. 
Sólo podía pensar una cosa en aquellos instantes.

“Maldita sea, ya no estoy tan en forma como antes”.

Uno de los guardias se había acercado mucho, tanto que podría haberme matado de un disparo a corta distancia, pero supongo que pretendía inmovilizarme hasta que llegasen sus compañeros, pues me agarró el brazo derecho. Nada más lo hizo, el artefacto emitió un sonido similar al de un corazón, sólo que mucho más intenso. 
La onda de aquel latido de metal removió todos mis órganos internos -agradecí, por primera vez en meses, no llevar casi nunca algo en el estómago- y todo empezó a moverse lentamente salvo yo, o quizá era yo el que se movía más deprisa, no lo sé. Lo que sí que sé es que me hizo mucha gracia: a cámara lenta, los guardias no eran más que fantoches torpes. Me reí, y al hacerlo me asusté, pues mi risa no llegó a mis oídos. Pero no pude dedicarle demasiada atención, pues enseguida llegó una sensación de asfixia que sustituyó todo lo demás.

De pronto estaba cayendo a un extraño vacío en el que ya no había sentido de la lógica: donde antes veía lápidas y guardias, ahora todo era un vórtice de imágenes confusas, borrosas. Me mareé, y aunque intenté con todas mis fuerzas encontrar algún punto de referencia al que asirme, no lo logré. No sé cuánto duró, pero al final se acabó, y caí al suelo de rodillas, boqueando en busca de aire. 

Pronto, la realidad fue tomando forma en mi mente.
Ya no estaba en aquel cementerio.
Abrí el puño. El artefacto seguía allí, pero su luz estaba atenuándose, y en unos segundos se escuchó un clic y se apagó por completo.


“¿Qué cojones?”

______________________________________________


- Are you an idiot?
- No sir, I'm a dreamer.
____________________________________________________________________________________